viernes, 28 de septiembre de 2007

Hoy amanecí extraña. Y no digo "extraño", que es diferente, porque cuando amanezco extraña me siento extrañísima. Es algo como el cadáver de una rara devorada por las ñáñaras. La extraña que yo soy despierta a bofetadas al señor que yo soy y lo obliga a seguirla. Van por la calle la Extraña, vestida como reina, actuando como tirana, y atrás el aturdido Señor-que-yo-soy sin despertar del todo. De pronto, para hacer las paces, la Extraña le invita un café a su convidado, y conversan. Pero como no se entienden ni se entenderán, se pone fúrica. Siempre es lo mismo. Y todo por algo muy simple: la Extraña se aburre, es pavorreala en el hastío. Aburrirse es el castigo que viene incesantemente por haber cumplido cuarenta años. La Extraña lo sabe, se abanica imperiosamente, llama a su cuerpo de mayates para que la posean con violencia, pero nada, nada, le desvanece el spleen. "Estoy vieja", se dice ante los espejos, que se estrellan cuando pasa. La extraña sabe que su malestar es transitorio, que durará treinta años más a lo sumo. Y mientras tanto escribe su blog...

4 comentarios:

Víctor García Vázquez dijo...

Oí, vos paisano, aquí te mando unas reseña que he escrito sobre tus libros:
Víctor

Lenguas en erección de Juan Carlos Bautista
por Víctor García Vázquez

En mi última visita a la librería encontré la reedición del primer poemario de Juan Carlos Bautista, Lenguas en erección, publicado en la editorial Quimera. Este libro apareció por primera vez en 1990 en la serie Cuadernos de Malinalco, dirigida y subsidiada por Luis Mario Schneider.
A casi 20 años de su primera publicación, Juan Carlos Bautista se ha consolidado como uno de los poetas más consistentes de su generación. Y lo ha hecho sólo a base de su poesía, sin recurrir a la política cultural ni a las actitudes de políticos arribistas, que hoy tanto se utilizan para ganarse un “lugar” y un “prestigio” en la literatura.
Bautista es un poeta descaradamente homosexual y erótico; pero sobretodo, es un poeta crudo, irónico, de un corrosivo humor y una profunda tristeza. Su terso erotismo me recuerda a Kavafis; su tono angustioso al infortunado Abigael Bohórquez.
Lenguas en erección, a pesar de la juventud del poeta, contiene el carácter subversivo, la rebeldía tropical y la erosofía de Bautista. Pensar es usar el cuerpo; en él se gestan todas las virtudes y las culpas. El cuerpo es el lenguaje con el que se comunican los solitarios, los marginales, los que mantienen siempre la erección para no sentir la culpa. El poema es el espacio de la confesión y la celda de la penitencia: “Escribir es el placer de los eunucos”.
Al sujeto lírico no le importa describir sus excesos; como tampoco tiene tapujos al mostrar su espíritu cristiano. El placer solo puede alcanzar su máxima expresión solo si convive con la idea del pecado. La lengua de Bautista no trata de borrar el pecado original, solo quiere humedecerlo un poco, lavarlo para hacerlo más deseable.
La sección “Aire conocido” está formada por nueve poemas sobre la familia. Cada poema es una llaga dolorosa, una profunda herida que el propio poeta se hace, se escarba y nos muestra sus desollaciones; no hay compasión para los padres, como tampoco puede haber piedad con uno mismo. La estirpe es un cáncer incurable y el poeta nos lo muestra con toda su crudeza.
Después del placer, el dolor. Juan Calos Bautista es un poeta que en el mismo poema nos lleva del deleite al arrepentimiento:
“Debieron quedarse con las ganas, mamá. // Esa noche en que papá te asaltó/ te hubieras cerrado como una sensitiva/ para que nada violara la piedra de tu vientre,/ de tal modo que ni su aliento alcanzara/ el óvulo del que nací.// Se hubieran quedado con las ganas, caray”.

Víctor García Vázquez dijo...

Te mando otra que había escrito el año pasado:


Cantar del Marrakech de Juan Carlos Bautista
Por Víctor García Vázquez

Originario del estado de Chiapas, Juan Carlos Bautista es un poeta con pocos libros publicados pero con grandes poemas escritos. Es miembro fundador de la publicación periódica Opus Gay, órgano de difusión de la literatura andrógina. Juan Carlos Bautista es un gran poeta no porque sea homosexual, sino a pesar de eso. En esta época en que gustamos mucho hablar de grupos especiales, la homosexualidad ha sido aplaudida y reivindicada en muchos ámbitos sociales. La literatura, por supuesto, no ha escapado a esa tendencia. Decenas de antologías circulan actualmente en nuestro país con el tema de la poesía homoerótica. Lo cual resulta muy discutible porque los artistas homosexuales no sólo escriben sobre el amor, el sexo y el erotismo. Pero también debemos entender que los antologadores responden a los intereses editoriales o simplemente quieren ser sensacionalistas: antologar es vender.
En nuestro país es inmensa la lista de poetas homosexuales, desde la época novohispana hasta nuestros días; pero no todos han dicho, o no han podido decir, el nombre de su amor. Los recursos poéticos les ayudan a configurar el clóset donde guardan su identidad; otros, más honestos y descarados, han gritado a los cuatro rumbos su identidad sexual. Bautista pertenece al segundo grupo.
Su poemario Cantar del Marrakech, publicado por primera vez en la colección del Fondo Editorial Tierra Adentro y reeditado en la colección La centena de la Editorial Verdehalago y CONACULTA, es sin duda uno de los mejores libros de nuestra época. Nostálgico, bohemio, descarado, sucio, el sujeto lírico de estos poemas nos recuerda que la vida no es cualquier cosa. La vida es un antro ruidoso, donde prolifera el sexo, el alcohol y la belleza, pero donde nadie nos escucha; todos hablan al vacío; todos se revuelcan en su soledad y desamparo. Como música de fondo, sólo el profeta Juan Gabriel se hace escuchar para clavar en los huesos de los parroquianos la espina de la pasión.
A fuerza de ser escatológico, como un Bukowski del trópico, Bautista logra construir versos de impecable factura. Su voz no es la de los cantantes de trova, tímidos y cursilones, sino la de un cantante de narcocorrido: se canta la verdad, el cuerpo y la sangre de los que se alzan contra sí mismos. El Marrakech es un bar que al poeta le trae recuerdos imborrables; pero sobretodo, un lugar de pérdidas y encuentros: donde la mujer se revela y el hombre se oculta, todo en el mismo ser. Del sexo se habla sin metáforas, al referente poético se le nombra con palabras directas, duras, crudas y húmedas. En casi todos los poemas, el poeta camina sobre la delgada cuerda de lo vulgar; a veces arriesga un pie sobre el vacío pero termina salvándolo una imagen: hace poético lo pornográfico, y cuando está a punto de caer se salva por un vello púbico.
Con Cantar del Marrakech, Juan Carlos Bautista nos confirma que la poesía no se inventa, se vive. Y como esta columna no se puede cerrar sin mostrar las evidencias, ahí va un breve fragmento de los cantares:
Y fue allí,/ en medio del ruido interminable,/ bajo la luz mugrosa/ y entre el olor picante de la cerveza y los orines,/ en esa vuelta y vuelta/ que uno quiere incendiar/ y que no prende,/ en donde yo,/ yo misma que no sabía lo que era,/ Yo perra Yo ladrona Yo delatora./ Yo, ese muchacho/ sumergiéndose en el Ganges/ entre cadáveres y mugre,/ entre amantes desnudos y gente que esperaba a Dios (…)


Juan Carlos Bautista, Cantar del Marrakech, Verdehalago-CONACULTA, México, 2005.

Juan Carlos Bautista dijo...

Víctor, muchas gracias por esas reseñas generosísimas. Es un honor tener lectores como tú. Te mando un abrazo.

JCB

j. cafauz dijo...

Bonjour! Soy carlos, estudent de la uni de Morelia, escuela de legua y litera hisp; estoy interesado en hacer mi tesis sobre el cantar: Acercamiento a los concept de posmodernidad e hipermo en el poemario desde una perspc semiótica; así que, si pudiera el don de su palabra y opinió gratis, merci. Por lo proto, qué piesa de la poesía hipermoderna.
Ota: o sirve mi nb del teclado
cafauz@gmail.com