jueves, 14 de febrero de 2008

LA GUERRA DE LOS LITERATOS

Apenas estábamos reponiéndonos de la zacapela armada por Christopher Domínguez con su Diccionario Crítico de la Literatura Mexicana cuando cayó la bomba de que habían declarado desierto el Premio Aguascalientes de poesía. Los jurados, conjurados, decidieron que entre los doscientos tres manuscritos concursantes era más difícil hallar excelencia que virtud entre los vecinos de Sodoma. Los poetas, que suelen tener un humor difícil, no se lo tomaron con mucha ecuanimidad. En foros y blogs lo menos bilioso que se ha dicho es que la poesía está en crisis, pero esto es algo que se viene diciendo desde que los poemas se escribían en tablillas de barro. La discusión se ha ido en muchos tonos. Lo más grueso son las diatribas, las suposiciones y las cuentas pendientes que ahora se quieren cobrar. Lo mejor: una incipiente discusión sobre el estado que guarda la poesía mexicana.

En otras circunstancias, me gustaría llamar a la calma y a la concordia, pero no lo hago por dos razones: la primera, porque yo fui uno de los concursantes palurdos cuya excelencia quedó en entredicho, y la segunda, porque la verdad es que la guerra entre poetas o intelectuales siempre me ha parecido un espectáculo fascinante. La literatura es un asunto del que solemos hablar con aire reverencial, y los mismos escritores frecuentemente se toman en serio la reputación oracular, casi sagrada, de su trabajo. Yo he escuchado a algunos repetir, por ejemplo, que el poeta es “el guardián de las palabras de la tribu”, y decirlo sin que les tiemble la quijada y sin el menor asomo de ironía. Un gran Dios, supuso Darío, debió darles orgullo y vanidad a los pobres escritores para resistir un mundo que se opone a ellos. Las guerras entre literatos suelen ser un circo de vanidades, una hoguera de prejuicios y un hervidero de envidias, pero también es cierto que es en esos bretes en donde mejor se pulen ciertos estilos y en donde con mayor fuerza se definen ciertos proyectos generacionales.

Que los poetas no quieran a sus colegas no es cosa nueva y no debería asombrarnos demasiado. Ya don Francisco de Quevedo, en sus Premáticas del desengaño contra los poetas güeros, decía que los poetas –ese “género de sabandijas”- “sólo dicen verdad en decir mal unos de otros”. Quevedo casi no quiso a nadie: se burló sin compasión de Góngora (y éste hizo lo propio) y no tuvo miramientos con las desventajas físicas del indiano Ruiz de Alarcón en una época en que no existía la corrección política. El siglo de Oro fue una Edad ejemplar de todos contra todos.

¿Un escritor ha de aplaudir a otro? A menos que sea haciéndolo en su rostro, abofeteándolo, que fue la manera en que Salvador Novo –ese maestro del estilo y del veneno- “homenajeó” a Rodolfo Usigli. Un amigo suyo, que recibió sus puyas con muy buen humor, Elías nandino, dice algo significativo en su autobiografía, Juntando mis pasos: “Estoy convencido de que la amistad es un sentimiento sincero, pero los poetas, solapadamente, son enemigos”. Lo que Novo sabía, de todos modos, es que no son las palmas de las manos, sino la lengua, el arma más afilada que los escritores usan contra otros escritores. Lo que dicen a veces es atroz. Mark Twain, por ejemplo, opinó de Jane Austen que “es imposible de leer. Es una gran lástima que la dejaran morir de muerte natural”. Ante el fallecimiento de Capote, Gore Vidal sólo vio en ello otro de sus trucos publicitarios. Ni los espíritus más refinados parecen libres del uso acerado de la maledicencia. En los Diarios de Bioy Casares con Borges, publicados apenas, asoma con frecuencia el sarcasmo, la burla más o menos sutil, contra sus colegas. Uno puede temblar de ira –o pasmarse- ante el desprecio que los dos escritores demuestran, por mencionar algo, contra Virgilio Piñera o contra Gombrowicz.

Hay escritores que vivieron posesionados por la ira o por la envidia, y murieron con ese regusto en la lengua y en la pluma. Cabrera Infante escribió un hermoso y admirativo texto “Reinaldo Arenas o la destrucción por el sexo” y en pago el homenajeado lo llamó La Jíbaro-inglesa y descargó sobre él toda su capacidad satírica. Pero también creo que ese humor vitriólico fue en cierta forma su respuesta visceral contra el acoso y pienso que esa capacidad vesánica de los textos arenianos, que los recorre en su centro mismo, es uno de los mayores lujos de su obra y su explicación minuciosa.


¿Debemos pues alarmarnos por la ferocidad de nuestros poetas? No, qué va. Los huesos de la poesía parecen robustecerse con los nutrientes agridulces de la malaleche. Ese afán de confrontación, de debate, de antagonismo de ideas y de personas –aducía José Clemente Orozco, que no era escritor, pero en todos los gremios se cuecen habas- es el verdadero motor del arte. Y decía una cosa más: si alguien quiere conciliar, si alguien quiere sembrar el punto medio, a ése hay que darle, ése es el enemigo.

5 comentarios:

Adán dijo...

Estimado Juan Carlos, te he incluido en el Mapa Poético de México. Necesitaría que me enviaras hasta seis cuartillas de tu obra, una foto de tu persona, y tu ficha biográfica actualizada.

Rogelio Guedea dijo...

estimado juan carlos,
quizá no verás esto nunca, pero bueno, estoy haciendo un ensayo largo sobre poesía mexicana, me gustaría contactarte, este es mi mail: rguedea@hotmail.com
abrazos

矛盾 dijo...

La superbau en la blogosfera...

... ya hacias falta culera...

Juan Carlos Bautista dijo...

Hola, Adán, la verdad es que hace mucho que no visitaba el blog. Si te interesan aún los textos -y si lees este comentario, claro-, dime a qué correo te mando los textos.
JCB

vanto y vanchi dijo...

Paisano,

Tropecé con tu poesía y con tu espacio, así en ese orden, más por un capricho del destino, pero pronto ese capricho se volvió necesidad. Soy Historiador de Arte, chiapaneco, aterrizado en el DF y gestando ideas de investigación en cuanto a lo gay. Da gusto encontrarse a paisanos haciendo poesía y participando de "la diversidad" a lo grande. Un amigo mío, por cierto, tiene interés en entrevistarse contigo pues él estudia e investiga la literatura mexicana contemporánea. ¿Habría forma de ponerse en contacto contigo? Mi correo es eregedhel@hotmail.com; Por lo pronto, mil gracias, y seguinos visitándonos, al menos, vía blog.

Saludos turulos,

Vanto y Vanchi